ESQUEMA DEL VIAJE: Madrid – Cancún – Madrid
(Imagen cortesía de google maps) http://maps.google.es
DESARROLLO DEL VIAJE:
Era mi primera vez fuera del continente europeo. Tenía muchas ganas de hacer éste viaje y estaba muy emocionado. Nunca había viajado tan lejos aunque sí durante más tiempo (Interraíl 2009).
Tras volar durante 9.5 horas desde Madrid hasta el aeropuerto internacional de Cancún y tener un poco de Jet Lag acumulado nos fuimos al hotel. Éste sería el Grand Palladium. Uno de estos sitios donde tienes una pulsera y va todo incluído. La primera vez también que iba a uno de éstos. La verdad es que no se está nada mal en aquellos «resorts», pero eso sí, cualquier cosa que no esté incluída la pagas a doblón.
Una de las cosas que más me gustó del hotel fue la innumerable cantidad de restaurantes que tenía; mexicanos, brasileños, japoneses… Un placer para el paladar.
Pero no penséis que me fui hasta México para quedarme todo el día en el hotel, no. Me gusta la aventura y explorar nuevos sitios. Así que visitamos Tulum y Cobá, buceamos en cenotes, navegamos en el caribe, visitamos también poblados cercanos como Playa del Carmen, visitamos aldeas mayas, nos fuimos de rally – safari hacia el sur de la península… un sinfín de cosas.
Debo reconocer y confesar que soy un gran amante de la comida picante. Lo he sido desde siempre y son costumbres difíciles de cambiar. Se que no es muy bueno para el cuerpo, por eso trato de dosificar la cantidad de picante que tomo. Pero es que ésta vez tenía excusa, estaba en México, el país de los pimientos picantes y de las salsas revive muertos. Así que un día cenando en un restaurante mexicano (todo esto dentro del hotel) se me ocurrió la genial idea de preguntarle al camarero cuál era la salsa más picante que tenían en el local. Él me contestó que lo más picante que tenían era un pequeño pimiento amarillo llamado Chile Habanero (lo pongo en color rojo para que sepáis que pica mucho mucho). Entonces yo, valiente insensato de mí decidí probarlo. Un buen hombre que allí trabajaba me paró justo en el momento en el que iba a dar caza al pimiento entero y me dijo (palabras textuales): -Señor, que sepa que está a punto de comerse uno de los pimientos más picantes que tenemos en México. Le recomiendo que solo pruebe la mitad y que en ningún caso se coma las semillas, ya que son lo que más pica.
Yo le agradecí el consejo y me comí solo la mitad.
JODER. ¡¡CÓMO PICABA EL MALDITO PIMIENTO!! Fue como tener las calderas de satanás en la boca. Me dolían hasta los oídos. Los camareros (después de partirse el pecho conmigo) al ver que lo estaba pasando mal me trajeron leche y azúcar para que lo tragara. Pero es que ni eso podía calmar la llamarada que residía en mi boca. Al cabo de unos 15 minutos de máximo picor, éste empezó a disminuir y pude (por suerte) disfrutar y degustar mi cena. (Se que lo tengo merecido, pero caramba cómo picaba)
Fue una pena que el huracán Ernesto hubiera pasado por el Golfo de México una semana antes, ya que dejó todo el fondo marino hecho un cuadro por lo que la visibilidad que teníamos buceando (snorkeleando) no era la esperada.
¡Pero al mal tiempo buena cara! El hecho de estar tumbado en la playa bebiendo cerveza Coronita y comiendo quesadillas mientras disfrutas de las vistas del mar ayuda a superar cualquier cosa. Excepto el calor, que para eso necesitas meterte dentro del mar.