Ya ha llegado. Después de 223 días de estudio intensivo ha llegado la víspera del MIR. Estoy contento, cansado y nervioso. Intento no pensar en qué pasará después del MIR, en «¿Y si no lo consigo?» en «Y si lo consigo, ¿qué hago? ¿a dónde voy?. Ahora no hay tiempo para eso. Hay tiempo para acabar de releer algo, de tranquilizarme y de hacer lo que llevo haciendo toda la semana: mentalizarme e ir centrando mi mente en exprimir al máximo todos los conocimientos que tenga.
Ha sido una experiencia muy bonita. Dura pero bonita. He tenido mis más y mis menos, pero he salido con un conocimiento y unas tablas que, joder que gusto. De verdad. Creo que estas frases que dicen, los antiguos sabios muchas veces pueden ser aplicadas a diferentes situaciones de la vida. Bueno, pues aquí voy a dejaros una frase de Gandhi.
El saber sobreponerme, el estudiar, el meter horas, el no hacer y/o cancelar otras cosas que me apetecían más por estudiar, el dar cada día lo mejor de mi. El haberme quasiroto y haber aprendido a repararme y mil cosas más, bueno, eso es la recompensa total. Mañana en definitiva es un simulacro más, 5 horas de examen más que, bueno, aunque son los que importan de verdad voy a ir con la mentalidad de disfrutar, demostrarme a mí mismo que se reconocer las preguntas verdaderas. Porque el MIR es eso, un examen de reconocimiento.
Gracias por haber leído las entradas de Diario de un MIR. Nos vemos por aquí.
Un abrazo y mucha suerte mañana! 🙂